De Raúl Meoz
Actúan: Julián La Regina, Marcos Luquin, Valentín Sabbatiello De Isla, Tomás Scheifer
Fotografía: Gonzalo Marrón
Dirección: Andrés Machillanda
Un Dios Olvidado es una obra que se remonta a la decadencia social, política y económica del emperador Nicolás II de Rusia, el último emperador antes de la llegada de los Bolcheviques al poder.
La obra muestra la ceguera que produce el poder y sus consecuencias a través de la figura de este personaje que no le importó en ningún momento el sacrificio de su pueblo a costa de mantener sus lujos suntuarios de nobleza.
El contexto externo, la primera Guerra Mundial, y su fracaso político como estratega será la gota que rebalse el vaso y acelere su trágico final.
Ni sus más acérrimos seguidores; ninguneados, maltratados y humillados por él mismo y en todo momento, podrán lograr un cambio, en ese rumbo planeado por su majestad.
Fotografías: Gonzalo Marrón
Los lujos del palacio se contraponen con la hambruna del pueblo, el cual, de manera lenta pero constante se reúnen de forma clandestina a efectos de generar, acelerar y provocar un cambio revolucionario lo antes posible.
La obra marca varios contra puntos interesantes; son esos opuestos por el vértice; esa diferencia entre el significado de Reforma y Revolución, por ejemplo.
Por el lado de la reforma se la ve insinuada por los allegados del emperador, a efectos de “estirar” lo establecido por medio de proclamas, comunicados, consejos. Mientras que la Revolución proviene del cambio brusco y radical que emerge e incentiva el pueblo y comprende los aspectos políticos, religiosos y económicos de esa sociedad.
El triunfo del nuevo orden revolucionario, llevará al pueblo a una nueva esperanza, en la cual la igualdad deseada y ansiada, no será más, que las ganas de una “nueva” religión sin Dios. El cielo en la tierra.
Fotografías: Gonzalo Marrón
Un Dios Olvidado es un excelente reflejo no solo de lo dicho acerca del poder absoluto, sino del poder en general con sus respectivas instituciones que lo legalizan.
Las muy buenas actuaciones se ven reforzadas con una dirección flexible y atinada en donde se debe abordar un texto largo y complejo. Y por qué no decirlo, en una visión de la historia discutible, muy discutible.
Vale la pena mencionar que la escenografía es muy acertada; llena de simbología descriptiva de lo mencionado. Entre los tantos ejemplos que podemos mencionar se destaca un mapa “partido” de Rusia, como su sociedad; frágiles elementos escénicos que describen lo efímero del poder Absoluto, máscaras, espejos, libros, etc. Todos ellos guardan una empatía y nexo que bien guardan un entrelineas con el texto.
Un Dios Olvidado es una obra para ver; aún queda una función, hay que apurarse, ya que por ahora, sólo por ahora, no hay nuevas fechas establecidas.
Tadron Teatro
Niceto Vega 4208
Sábados 21:30hs